Cofradía de la Soledad

Soledad y Santo Entierro constituye el fin y el inicio, el fin de la Semana Santa y el inicio de la Pascua en Cáceres. Te lo ofrecemos.
Emblema de la Cofradía - Ilustre y Real Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad y Santo Entierro
Emblema de la Cofradía - Ilustre y Real Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad y Santo Entierro
Emblema de la Cofradía de la Soledad

Cuando los días de la Pasión en Cáceres, van sucediéndose, al llegar el Viernes Santo por la tarde, es turno de la Cofradía de la Soledad.

En la tarde de este día, al ocaso del día más largo de la Semana Santa, comienzan todo un elenco de actos que tienen el sabor más añejo en la Semana Santa de Cáceres.

Todo comienza con la ceremonia del Descendimiento de Cristo, y a continuación tiene lugar la procesión de Nuestra Señora de la Soledad y Santo Entierro por las calles de la ciudad.

Y el Domingo de Resurrección, de forma totalmente singular, tiene lugar la salida procesional de Cristo Resucitado y la Virgen de la Alegría.

Cofradía de la Soledad: Índice

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Nombre completo de la Cofradía de la Soledad

Resulta ser, el caso de la Cofradía de la Soledad, de aquellas que tienen una gran tradición y raigambre en la sociedad cacereña, y muy particularmente en el ámbito de la Semana Santa.

Su nombre completo está jalonado por la propia trayectoria histórica de la Cofradía, de tal forma que dado que formó parte de ella la sociedad cacereña más ilustre adquiere el título de “Ilustre”, y sus reglas cuentan con sanción real, de ahí la denominación de “Real”.

Su nombre completo es:

Ilustre y Real Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad y Santo Entierro.

Historia de la Cofradía de la Soledad

Tal vez, desde el primer tercio del siglo XVI, existía la piadosa costumbre de subir hasta el lugar y ermita del Calvario, para oír el Sermón del Domingo de Pasión, y el Viernes Santo para escuchar el Sermón de la Soledad.

El 28 de noviembre de 1582, el obispo de la diócesis don Pedro García de Galarza se erige en fundador y patrono de la Santa Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad del Monte Clavario, a la que unió los bienes de la Cofradía de San Antón, entre los que destacaba una casa en la calle de Peñas.

Nombrada la primera Junta Rectora de esta hermandad, fue su primer mayordomo Hernando Cambero Valverde. En las mismas ordenanzas se establecían tres procesiones durante la Cuaresma y la Semana Santa:

La primera a celebrar el Domingo de Pasión: los cofrades, saliendo a las doce de la mañana, llevaban en unas andas Nuestr Señora de la Soledad, predicándose un sermón por un padre franciscano, volviendo la procesión a Santa María.

El Viernes Santo, después de medio día, se formaba en Santa María otra procesión que subía hasta el Calvario, predicándose allí el Sermón de la Soledad, por el mismo franciscano, trayendo procesionalmente hasta dicho templo la imagen de Nuestra Señora, cubierta de luto. Permanecía Nuestra Señora en Santa María hasta la mañana del Domingo de Resurrección, en el que, tras la predicación de un fraile dominico, se trasladaba la imagen profesionalmente hasta su ermita.

Entre el siglo XVI y XVII la Ermita del Calvario debió ser objeto de grandes reformas o tal vez de una casi total reconstrucción, pues con fecha 14 de enero de 1602, el obispo Galarza comisiona, desde Coria, al párroco de Santa María y vicario eclesiástico, don Francisco Pacheco, para que procediese a la bendición de dicha ermita.

Por estos años tenemos constancia de la presencia de una imagen del Resucitado en la procesión del domingo de Resurrección. Contaba entonces la Cofradía de la Soledad con veintisiete caballeros, siete hermanos que portaban la imagen de Nuestra Señora de la Soledad y veintiún hermanos de luz, ya que el Santo Sepulcro era portado por caballeros.

En el siglo XVIII las corrientes antirreligiosas comienzan a hacer mella en nuestra población y la piadosa costumbre de subir hasta el Calvario, rezando el vía crucis o el rosario, al caer la tarde, e incluso en las primeras horas de la noche, se vio perturbada porque en el camino se mezclaban con las personas piadosas gente de otro jaez, provocando altercados y escándalos en los alrededores de la Ermita.

Estos hechos determinó que el Obispo, el 23 de marzo de 1765 ordenase que tras la procesión con imagen de Nuestra Señora de la Soledad, el Domingo de Pasión, se trajera hasta San Mateo, donde quedaría expuesta a la veneración de los fieles, tal como se había venido haciendo con anterioridad en la Ermita del Calvario.
Mientras tanto, en 1773, tras no pocas peripecias continuaban las obras de reconstrucción de la Ermita de la Soledad.

Por aquellos momento, la Cofradía de la Soledad pasó por no pocos apuros económicos, como consecuencias de dichas obras y veinticinco años después de la pretendida prohibición de que Nuestra Señora de la Soledad permaneciese en la Ermita del Calvario, por los desmanes que en sus alrededores se producían, otro edicto, el 12 de enero de 1788, prohibió la ceremonia del Descendimiento, ordenando que el Sermón de la Soledad se predicase el Viernes Santo en la parroquia de San Mateo.

Pero, al llegar aquel día, entre las once y las doce de la mañana, el párroco de dicha feligresía y varios cofrades se reunieron, decidiendo hacer procesión por la tarde con el Santo Sepulcro.
Comunicaron su acuerdo al Vicario y párroco de Santiago para que lo hiciera saber a los rectores de las otra parroquias. Conocedor el de Santa María de aquella decisión manifestó que no debía permitirse la tal procesión por ser nueva.

La procesión se celebró con la inasistencia de la parroquia de Santa María y de San Juan y salió a la calle sin conocimiento del Corregidor que no se atrevió a suspendería porque el pueblo ya se encontraba convocado en los alrededores de la Ermita, pero tomó diversas providencias, aunque no tuvieron efecto las multas que impuso si se verificaba por alzado de la mano a instancia de algunos sujetos.

Se mantenía la procesión del Domingo de Pasión sin grandes novedades, excepto la de que cuatro caballeros llevarían la imagen de Nª. Sra. de la Soledad, alumbrada por otros tantos de la misma clase. Al llegar al Puente de Concejo, serían reemplazados unos y otros por hermanos del estado general que conducirían la imagen hasta el Calvario. Parece como sí, en los últimos estertores de la sociedad estamental, en el tránsito del Antiguo al Nuevo Régimen, se tratara por la nobleza sostener hasta el extremo sus privilegios.

En las Ordenanzas que comentamos, queda institucionalizada en la madrugada del Viernes Santo una nueva procesión que, con hachas y velas subía al Calvario, procesionando la imagen del Cristo Yacente que, sacerdotes, designados por el Abad, colocarían en la Cruz, mientras los cofrades actuarían de igual modo con las imágenes de los dos ladrones.

Se seguiría celebrando la Procesión, que presidida por el Corregidor, acompañado de los alguaciles, subiría hasta el Calvario, para asistir a la ceremonia del Descendimiento.

Durante el obispado de Fray Pedro Nuñez Pernia se reglamentaron en la diócesis numerosas cofradías, aprobando sus Ordenanzas, de acuerdo con las nuevas disposiciones del Derecho Canónico.
Una de estas, fue la Cofradía de la Soledad, movida a ello por la carta orden fechada el 25 de abril de 1878.

Durante todo el año se celebraría en la Ermita de la Soledad el Santo Rosario. A finales del siglo XIX la casi desaparición de esta Cofradía se manifiesta en un informe suscrito por el párroco de San Mateo, relativo a las establecidas en su circunscripción y en el que se asegura: Fue fundada en el siglo XVI, levantó la Ermita del Amparo (se refería al Humilladero). Sigue asegurando que los hermanos de la Cofradía de la Soledad son mas que nombre y que los primitivos estatutos se habían perdido ya en el siglo XVIII, pues en diversas visitas pastorales se hacía constar así.

Conoce esta Cofradía en los primeros años del siglo XX un especial auge, con la incorporación a sus desfiles de hermanos de escolta, revestidos con capuchón y lujosas túnicas negras de cola. Innovación propulsada por el administrador de los Condes de Torrearias y Marqueses de Santa Marta. Aquellas lujosas túnicas las tuvieron que vestir, en algunos casos, los hijos de los concejales del Partido Conservador. Partido que aquí representaba el Marqués, administrado por el propulsor de aquella idea.

La procesión del Santo Entierro de 1937 contó con la nota exótica de una Banda de Gaiteros de la Legión Irlandesa, entonces, 1937, con Cuartel en Cáceres. Esta Cofradía en 1940, bajo la mayordomía de don José Rosado Mayoralgo, establece que la imagen de Nª. Sra. de la Soledad, en la procesión de tal nombre, con la que se restituía a su Ermita dicha imagen, fuera acompañada exclusivamente por mujeres. Mientras que a la del Santo Entierro, como entonces era costumbre en los sepelios de los mortales, sólo asistirían hombres.

Actualmente, cuenta con dos desfiles procesionales, uno el Viernes Santo en Cáceres con las imágenes titulares de la Cofradía, Nuestra Señora de la Soledad y Santo Entierro, y por otra, el Domingo de Resurrección, con las imágenes de Cristo Resucitado y la Virgen de la Alegría.

Pasos de la Cofradía de la Soledad

Actualmente, la Cofradía de la Soledad cuenta con los siguientes pasos procesionales:

Hábito cofrade de la Cofradía de la Soledad

El hábito cofrade de esta Cofradía, es igualmente de los más singulares de la Semana Santa de Cáceres:

Viernes Santo

Es importante destacar en esta Cofradía que el hábito que lucen los hermanos el Viernes Santo es distinto al que lucen el Domingo de Resurrección. Así, en el caso del Viernes Santo, el hábito queda compuesto de esta forma:

Hermano de Carga

Túnica negra, con cuello con una pequeña línea blanca, fajín con el distintivo de la cofradía en el centro del fajín y guante negro.

Hermano de Escolta

Túnica Negra, capuchón negro, fajín de iguales características al de los hermanos de carga y guante negro.

Domingo de Resurrección

Como se ha indicado, en este día cambia totalmente el hábito de los hermanos, siendo el que a continuación se indica:

Túnica blanca, fajín de color blanco con una cruz amarilla en el centro, cuello blanco con una fina línea amarilla y guante blanco.

Se completa la vestimenta para ambos días con calzado negro y calcetín blanco.

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