El Arquillo: un enclave desconocido en Cáceres

Si circulas por la carretera que une Cáceres con Plasencia y posteriormente con Salamanca, encontrarás un cartel que te señala Cañaveral.

Desde ahí, a poco más de 2,5 kilómetros, se encuentra esta pequeñísima villa, prácticamente abandonada, conocida como El Arquillo, Villa del Arco e incluso Arco en su nomenclatura más corta.

En sus calles empedradas, en las paredes rocosas de sus casas, hay mucha historia. Historia que, aunque parece que está llegando a su fin en cuando a habitantes se refiere, no parece que vaya a terminar en cuanto a belleza y originalidad.

Sigue con nosotros, pues te vamos a contar todo lo que sabemos que la Villa del Arco (Cáceres).

¿De dónde procede el nombre de Villa del Arco?

Teniendo en cuenta las poblaciones que esta villa tiene a su alrededor y los nombres de las mismas, Alcántara, Coria, Cañaveral, Alconétar, Garrovillas…. Puede que lo primero que a uno le apetezca conocer es la razón de su nombre.

Pues no hay que ir muy lejos. El espacio donde la misma se encuentra ubicada es la ladera meridional de la Sierra del Arco y, dado que esta es una villa de pequeño tamaño, qué mejor nombre que la Villa de la Sierra del Arco… Villa de la Sierra del Arco, Villa del Arco, El Arquillo o El Arco.

Historia de El Arquillo

Aunque no tenemos una constancia real del momento exacto en que esta villa comenzó a construirse, se tiene constancia ya de ella en el año 1591. Eso sí, en ese momento era un espacio anejo de Portezuelo en las tierras de la Orden de Alcántara.

En 1715 el rey Felipe V concedió al señor de la villa el título de duque del Arco y en 1752 ya se menciona como una villa como tal.

En la primera mitad del siglo XIX la villa se constituyó como municipio, con una superficie de poco más de diez kilómetros cuadrados.

El Arquillo alcanzó su máximo esplendor llegando a contar con hasta 40 casas en las que vivían 40 familias.

Entre su patrimonio más importante destaca la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, construida en 1847, para reemplazar el templo existente que se encontraba en estado ruinoso.

Qué ver en El Arquillo

A pesar de haber sido abandonado en la década de 1960 debido a la emigración, este pintoresco rincón conserva un encanto especial que atrae a los viajeros en busca de paz y tranquilidad.

Sus tortuosas calles empedradas, por las que discurre el agua, y las antiguas piedras de las casas crean un paisaje que invita a sumergirse en un mundo aparte, alejado de la rutina diaria, y a experimentar la sensación de olvido.

Cada rincón de El Arquillo cuenta una historia de tiempos pasados y ofrece la oportunidad de conectar con la esencia de un lugar que parece detenido en el tiempo.

Los visitantes pueden disfrutar de la belleza natural que lo rodea, explorar sus senderos y descubrir la riqueza cultural y arquitectónica que se esconde en sus rincones.

A medida que uno se adentra en esta aldea, se encuentra con la oportunidad de desconectar del ajetreo de la vida moderna y sumergirse en la tranquilidad que ofrece este remanso de paz.

Villa del Arco se presenta como un refugio para aquellos que buscan un descanso reparador lejos del bullicio de la ciudad, un lugar donde el tiempo parece transcurrir de forma diferente, permitiendo a los visitantes reconectar consigo mismos y con la naturaleza que los rodea.

El pintoresco pueblo hoy en día está compuesto por una docena de casas, que se entrelazan a lo largo de cinco o seis calles empedradas, formando un laberinto que invita a ser explorado.

En su corazón se alza majestuosa el antiguo templo, testigo silencioso de los cambios que ha presenciado a lo largo de los años.

A sus pies, se extiende un minúsculo cementerio, donde reposan los restos de generaciones pasadas, aunque lamentablemente algunas de sus sepulturas han sido profanadas, dejando un rastro de misterio en el aire.

Las calles del pueblo conservan su encanto atemporal, manteniendo el empedrado que las recorre desde tiempos inmemoriales.

El suave murmullo de un arroyo serpentea por algunas de estas calles, aportando una sensación de paz y frescura tanto en los días calurosos de verano como en las gélidas jornadas invernales.

En el punto más alto del pueblo, la imponente iglesia de Nuestra Señora de la Asunción sigue siendo un faro de esperanza para los antiguos vecinos, que periódicamente regresan para rendir homenaje a sus raíces y revivir los recuerdos de tiempos pasados.

Además, es un lugar de encuentro para los senderistas y visitantes que se aventuran a explorar este rincón perdido en la geografía.

En una encantadora plazoleta, un olmo centenario se yergue majestuoso, rodeado por las cristalinas aguas del arroyo que serpentea a través del pueblo.

Este árbol ha sido testigo de innumerables historias y ha presenciado el devenir de las generaciones que han habitado estas tierras, brindando su sombra y su presencia como un símbolo de arraigo y longevidad en medio de la apacible vida rural.

Naturaleza alrededor de Villa del Arco

El entorno que rodea al pueblo está en un proceso de recuperación tras el devastador incendio forestal que tuvo lugar en 2006, el cual arrasó aproximadamente 2000 hectáreas de matorral y arbolado en sus inmediaciones.

A pesar de la magnitud de la tragedia, la naturaleza ha demostrado su asombrosa capacidad de regeneración, y hoy en día se pueden apreciar los primeros signos de vida y el renacer de la flora y fauna que habitan en esta tierra, ofreciendo un testimonio conmovedor de la resiliencia de la naturaleza.

Además, el pueblo ha sido merecedor de los prestigiosos Premios ADENEX en el año 2011, en reconocimiento a su destacada contribución a la conservación de la naturaleza y el patrimonio cultural.

Este galardón refleja el compromiso y el esfuerzo de la comunidad local por preservar y proteger el entorno natural que los rodea, así como el valioso legado cultural que se ha transmitido a lo largo de generaciones, convirtiéndose en un ejemplo a seguir para otras comunidades que buscan conciliar el desarrollo con la conservación del medio ambiente y la herencia cultural.