¿Cómo habla la gente de Cáceres?

Cuando vengas de visita, si te toca entrar a comprar en alguna tienda o preguntar alguna dirección, podrás comprobar de primera mano cómo hablan los cacereños.

Aunque si no mantienes una larga conversación se te escaparán muchas cosas interesantes de nuestro habla, y no podemos hacer otra cosa que recomendarte que te sientes un día en alguna terraza de la Plaza Mayor, o en un banco del Paseo de Cánovas y escuches el habla cacereña.

Pero por si te pica la curiosidad, o quieres intentar reconocer algún rasgo si hablas con alguno de nosotros, vamos a contarte algunas cosillas sobre cómo hablan los cacereños.

Además, dicen que el habla de un lugar también muestra parte del carácter de sus habitantes.

Antes que nada debes saber que los rasgos dialectales de Cáceres provienen de lo que hoy se conoce como castúo o estremeñu, proveniente de los años de la Reconquista, cuando los pobladores asturleoneses que vinieron mezclaron sus rasgos con los que vivían en la región.

Esta mezcla y el paso de los siglos hacen que ahora hablemos como hablamos los cacereños o mangurrinos.

Podemos comenzar hablando sobre algunas expresiones o palabras propias que utilizamos los cacereños.

Si hablamos de la ropa que ponerse, aquí no utilizamos pantalones cortos, nos ponemos calzonas, y tampoco nos ponemos cazadoras, un chambergo es lo que usamos para el frío.

Cuando cruzamos por algún atajo decimos que atrochamos, y si por el camino nos distraemos con cualquier cosa es porque somos unos enreas.

Ten cuidado al comer con no añugarte, y si te pasa, un bochinche de agua lo cura todo. Una vez comido, si estás saciado es que has quedado tupío.

Por mucha mala fama que tengamos, no nos fusta ir hechos unos farraguas, y si nos pillamos el dedo con algo, nos hemos entrillao.

Ah, y el “acho” es extremeño.

Apartándonos un poco del rico vocabulario extremeño, y acercándonos a las variedades dialectales, podemos destacar algunos rasgos como los siguientes:

Aquí las cosas son pequeñinas o chiquininas. Nuestro diminutivo es -ino. ¿bonito, verdad?

Los cacereños somos de muy buen comer, tanto que incluso nos comemos las letras.

Y de hecho, no nos importa la posición de la letra a la hora de comer. Nosotros no quedamos con nuestros amigos, si no que decimos que “hemos quedao”. Nosotros en una papelería compramos “papé”, vamos a un restaurante a “comé”, y en verano tenemos mucho “caló”.

También tendemos a la aspiración de la h- inicial y de la -s final de sílaba, y muchas veces cambiamos la l por la r, por lo que si ves un gato en un árbol es posible que alguien diga que “está en lo arto”.

En algunas zonas incluso podrás oír cómo el grupo tónico -ei- se convierte en -íi- y como muchas palabras que acaban en -e, -i y -o acaban en -u, aunque esto es menos común.

Este resumen por razones de espacio es muy escueto, y podríamos estar horas y horas contándote las peculiaridades del habla cacereña.

Lo que sí que podemos asegurar con rotundidad, es que si vienes de visita a Cáceres, además de enamorarte de su tierra y su gastronomía, también te enamorarás de cómo hablan los cacereños.