Leyenda de Mansaborá

Te descubrimos esta bella historia de amor, con la conquista de Cáceres como telón de fondo.
Resumen de la leyenda de Mansaborá

En el corazón de Extremadura se encuentra la histórica ciudad de Cáceres, conocida por su rico patrimonio cultural y su impresionante arquitectura medieval. Pero más allá de sus pintorescas calles y antiguas murallas, se esconde un mundo de leyendas y folclore, transmitido de generación en generación. Entre las muchas historias que han perdurado en el tiempo, pocas son tan cautivadoras como la de Mansaborá. Pero, ¿qué hay de cierto en este mito milenario?

En este artículo, nos adentramos en los secretos del folclore cacereño, explorando la leyenda de Mansaborá y el significado cultural que tiene para los habitantes de esta antigua ciudad. Acompáñanos a desentrañar los misterios de esta fascinante historia y descubra la verdadera esencia de esta encantadora región.

¿En qué consiste la leyenda de Mansaborá de Cáceres?

La leyenda de la Mansaborá narra la reconquista cristiana de la ciudad de Cáceres el 23 de abril de 1229 a manos de las tropas del rey Alfonso IX de León.

En el siglo XIII, en concreto, en el año 1229, la ciudad de Cáceres se encontraba en poder de los moros. El ejército cristiano, con Alfonso IX de León a la cabeza, se encontraba acampado en la Sierra de la Mosca, tratando, sin éxito, asediar y asaltar la gran ciudad amurallada de “Qazrix” o “Hizn Qazris” (lo que hoy conocemos como Cáceres).

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Cierto día, un destacamento del ejército cristiano se dirigió por orden del rey hacía el alcázar para llevarle una misiva al Caíd, en la que se exigía su inmediata rendición. Pero el caudillo andalusí se negaba a rendirse y a que Cáceres se convirtiese en una ciudad cristiana.

Al tiempo que los soldados cristianos entregaban la carta al Caíd en una de las estancias del alcázar, en otro salón cercano se encontraba una bella joven de hermosos ojos negros y suntuosos ropajes aterciopelados. Se trataba de la hija del caudillo andalusí, por la que su padre sentía una especial predilección.

En el momento en el que el cortejo cristiano se disponía a abandonar el alcázar, la hermosa doncella mora y un joven capitán cristiano cruzaron sus miradas. Ni que decir tiene que ambos quedaron perdidamente enamorados el uno del otro.

Instantes antes de que el destacamento cristiano abandonase el recinto, una sirvienta de la joven, actuando con gran discreción, se acercó al apuesto capitán cristiano y le entregó un pañuelo de seda.

Una vez de vuelta en el campamento, el soldado sacó el pañuelo de seda y de él cayó una nota que rezaba así:

Al caer la noche, dirígete solo a la fuente que se halla cerca de las huertas que hay fuera de la muralla, allí enséñale el pañuelo a la persona que encuentres y, bajo juramento de no revelar el secreto, te acompañarán a mi presencia“.

Tan pronto como el sol se escondió en el horizonte, el capitán cristiano partió al lugar señalado. A su llegada, le esperaba una dama y, al mostrarle el pañuelo, juró no revelar el secreto. Siguió a la mujer hasta una zona escondida entre la maleza, donde la joven descubrió una puerta oculta entre la abundante vegetación.

Tras recorrer una sinuosa y angosta galería subterránea con la única luz de una antorcha, llegaron a los sótanos del alcázar, desde donde el joven soldado cristiano fue conducido a los aposentos de la doncella mora. Nada más poner un pie en su cuarto, el corazón del soldado comenzó a latir rápidamente y la bella joven le declaró su amor con estas palabras:

“Venid, mi amado capitán. Por vos, palpita mi corazón y brillan mis ojos. Por vos, suspiro y gozo. Por vos y para vos soy”.

Desde aquel instante, y noche tras noche, ambos jóvenes enamoados mantuvieron innumerables encuentros en secreto. Pasaron las semanas y, en uno de estos pasionales encuentros, la doncella mora le entregó al capitán la llave del pasadizo, pidiéndole a cambio que le jurase amor eterno y completa discreción.

Los días se sucedían, y el joven capitán se debatía en una encrucijada entre el amor y el honor. Tras meditarlo seriamente, solicitó una audiencia privada con el rey Alfonso IX, al que le confesó los hechos y al que le rogó:

“Solo una cosa os pido, mi buen rey: que si, por vos, la ciudad es tomada, desposarme yo deseo con mi amada, mas doncella mora es, mas cristiana de corazón yo la haré”.

A lo que el rey respondió:

“Por mi palabra, que así se hará. Y testigo de vuestro enlace yo seré, y por vuestros favores como dote, riquezas y tierras os otorgaré”.

El asunto no tardó en ponerse en conocimiento de los mandos del ejército cristiano, y rápidamente comenzaron los planes para el asalto a la ciudad.

La toma de Cáceres se produjo el 22 de abril de 1229. Esa noche, como maniobra de distracción, una unidad del ejército cristiano asaltaba un sector de la muralla, mientras una tropa de élite se adentraba por el pasadizo subterráneo con el joven capitán al mando. Los soldados cristianos penetraron hasta el mismo corazón del alcázar, sembrando el desconcierto en sus fastuosos salones. Evidentemente, esto cogió desprevenido al ejército musulmán, que fue derrotado, y como resultado de la operación, la ciudad de Cáceres fue tomada.

Cuando el Caíd se enteró de la traición de su amada hija, montó en cólera, lanzando una cruel maldición:

“Permita Alá que mal fin tenga tu cuerpo. Yo te maldigo hija de mi sangre, que tu alma y quienes te ayudaron vaguen eternamente por estas tierras y no descansasen en paz. Así ha de ser hasta que Qazris vuelva a ser musulmana“.

La joven doncella mora fue arrojada junto a sus sirvientas por los pasadizos del alcázar, y nada se volvió a saber de la joven ni de su séquito desde aquella noche.

La leyenda cuenta que la hermosa mora continúa presa de la maldición de su padre y que sale la noche de San Juan (otros creen que la noche de San Jorge), junto a sus sirvientas, a pasear por la zona que hoy es la Casa de las Veletas (antiguo alcázar). Lo hacen convertidas en gallina y polluelos, cacareando y lanzando profundos suspiros, lamentando la pérdida de su amor y esperando eternamente su desencantamiento que, según la leyenda, solo se producirá cuando Cáceres sea recuperada por los musulmanes.

Origen de la leyenda de Mansaborá

La leyenda de Mansaborá es una de las historias más antiguas y arraigadas de la región de Extremadura. Aunque no se sabe con certeza cuándo se originó la historia, se cree que tiene raíces celtas y que fue transmitida oralmente de generación en generación antes de ser escrita.

Una de las primeras referencias escritas de la leyenda se encuentra en el libro “Romancero de Extremadura” de Luis Chamizo Trigueros, publicado en 1931. Desde entonces, la leyenda ha sido objeto de numerosas adaptaciones y reinterpretaciones en diferentes medios, como la literatura, el cine y la música.

La leyenda de Mansaborá para niños

Son muchas las adaptaciones que ha visto esta historia. Muchas de ellas, dirigidas al público infantil. Y es que ¿a qué niño no le gustan los cuentos en los que salen princesas, capitanes, batallas y encantamientos?

A continuación, te dejamos con una de las versiones más simpáticas de la leyenda de Mansaborá para los más pequeños:

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